viernes, 6 de julio de 2007

Un actor del pueblo: Entrevista con Ernesto Gómez Cruz -PRIMERA PARTE-

A sus 74 años de edad, el primer actor Ernesto Gómez Cruz se prepara para interpretar al comandante Treviño en la obra Aventurera. En su pequeño camerino en la planta baja del Teatro Blanquita tiene los cambios de ropa que usará en el show. En este día en particular el agua lo “agarró a la entrada del teatro -se quita los calcetines mojados y los cuelga en un clavito a lado de un calentador- son los altibajos de vivir al día, esto de venir en taxi, cuando me bajé me mojé todito”.

Al contrario de lo que la gente pensaría, con más de 40 años de trayectoria el primer actor nunca ha tenido una posición económica privilegiada. “En mi departamentito sólo tengo lo necesario, y es el mismo donde he vivido siempre, gracias a Dios tengo las fuerzas y las ganas para seguir trabajando, porque de eso vivo y cuando no trabajo –con una risa burlona- pues me mantiene la tarjeta de crédito”.

Oriundo del estado de Veracruz, Gómez Cruz pasó su infancia en una casita a las afueras del puerto jarocho donde vivió al lado de sus padres de manera muy humilde. Pero, a pesar de ello gozo de una infancia normal: “yo me divertía mucho con la palomilla, jugábamos como todos los niños, imaginando cosas. Y mientras nosotros jugábamos, los adultos platicaban de los problemas cotidianos de aquel entonces”.

Se entretenía con la lucha libre, “era yo muy aficionado, cuando estaban luchadores como El C abernario Galindo, La Tonina Jackson, pero la época en que la lucha era un gran deporte dio al traste, ahora ya es pura mercadotecnia”

Al recordar su tiempo en la primaria, el actor un poco apenado confesó que fue un mal estudiante: “la primaria la pasé de panzazo, repetí tercero, cuarto y quito año. No me gustaba estudiar, mi mente estaba en otro lado. Yo creo el sexto año lo libré porque el maestro se condolió de mi madre al verla cómo sufría porque su hijo era un burro”.

Con lágrimas en los ojos y la voz un poco cortada, admitió que no le gusta recordar lo que él llama: “días de golfería, una etapa en la que se sueña con muchas cosas. Yo quería hacer algo pero no sabía que. Fui ayudante de una gran cantidad de oficios: albañil, mecánico, repartidor, vendí gallina tasajeada en las colonias, palomitas y refrescos en los cines de mi tierra, pero siempre con la cabeza en otro lado, viajaba mucho mentalmente, quería ser locutor, cantante, hacia parodias, actuaciones, según yo me inspiraba haciendo canciones, pero a estas alturas ya hasta los borradores perdí”.

Hizo una breve pausa y bajo la mirada, con nostalgia y un poco de coraje en su voz, lamentó que en esos momentos de búsqueda, por los que pasan todos los chamacos, no contó con la orientación de sus padres: “yo me hice así, al aventón o a la aventura, mis padres estaban más preocupados en llevar el pipirín a la casa, y que no nos faltara nada ni a mí, ni a mi hermana”.

Como cantante compitió en programas de aficionados que organizaba la radio local. Impulsado por el apoyo de vecinos que halagaban su buena voz, a los 16 años decide perseguir una oportunidad en las grandes radiodifusoras: “escapaba de casa, juntaba mis domingos y cuando consideraba que era suficiente venía a la capital”.

Durante esos momentos en los que luchaba por alcanzar ese sueño, se casa por primera vez, y un par de años más tarde se estrena como papá: “recuerdo que el mismo domingo que fui a sacar mi bola del servicio militar, me tocó cargar a mi bebé. Lo vi nacer, y no estaba preparado para algo así, nunca me hubiera imaginado como nacían las criaturas – con una expresión de sorpresa como si estuviese viviéndolo de nuevo - ¡y de repente verlo!, pues… fue una experiencia muy grata, aunque estaba todo confundido, sin duda logró que quisiera más a mi chamaco”.




Pero la gran oportunidad en las grandes radiodifusoras nunca llegó: “por ahí encontré una oportunidad en una carpita destartalada, donde canté un par de veces como aficionado, pero en una ocasión se me olvidó la letra y ¡va pa’ fuera!. Así es que no, como cantante no lo he logrado… aún”.


CONTINUARA...

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