jueves, 5 de julio de 2007

“La verdad en este oficio”

Un poco de verdad sobre el periodismo en México
Ryszard Kapuscinski expone en el libro Los cínicos no sirven para este oficio que “El verdadero periodismo es intencional, a saber: aquel que se fija un objetivo y que inatenta provocar algún cambio. No hay otro periodismo posible”, refiriéndose al deber que existe por parte de los periodistas hacia la audiencia, “existimos solamente como individuos que existen para los demás, que comparten con ellos sus problemas e intentan resolverlos, o al menos describirlos”, pero la información es un gran negocio y en nuestro país más que otra cosas es poder, por lo que ese objetivo periodístico en muchas ocasiones esta dirigido a proteger ciertos intereses.

“El periodista se ve sometido a muchas y distintas presiones para que escriba lo que su jefe quiera”. Antes de 1976 el ejercicio periodístico formaba parte del sistema político mexicano, por medio de sobornos, el monopolio del papel, amenazas (incluso ataques) y la publicidad, tanto empresarios como el gobierno se aseguraban el dominio de la opinión pública, el intento de Julio Scherer y su equipo de trabajo en el Excélsior fue un esfuerzo para lograr una prensa plural e independiente en el escenario político tradicional de México, pero el gobierno de Luís Echeverría se encargó de deshacer ese primer y último esfuerzo.

Si bien la ruptura en Excélsior fue uno de los sucesos que ayudaron para un ampliación de espacios para que la prensa se independizara del gobierno, y se liberara de la dicotomía de en contra o a favor del mismo. Aún el periodismo está lejos de convertirse en el medio encargado de buscar la verdad e informar a la gente para orientar la opinión publica, los periodistas están lejos de ser aquellos que le dan voz a los que no la tienen, dispuestos a sacrificarse a si mismos con tal de investigar y describir el mundo contemporáneo. Tras salida de Scherer del Excélsior aumentó el rango de libertades de la prensa, pero no así el rango de responsabilidad periodística. En el 2000, tras el asesinato de paco Stanley, fuimos testigos de una cobertura televisiva poco responsable. Las dos televisaros principales en nuestro país, Televisa y TV Azteca, se encargaron de difundir acusaciones difamatorias y mentiras descaradas que denotaron antipatía hacia el gobierno del Distrito Federal al que señalaban como responsable del asesinato, ese manejo de la información generó miedo y desconfianza hacia la democracia, fuimos de testigos de cómo “las verdades mediáticas sustituyen cada vez mas al resto de las verdades sociales”. La opinión pública esta a merced de medios de comunicación con un poder y gran importancia, cuyo único interés “no es reflejar el mundo, sino competir entre ellos” y con la capacidad capaces de “construir un mundo propio”.

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